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sábado, 23 de junio de 2012

El reconocimiento 001 (1.0.0)

Cambios mayores en el ensayo. Le agregué su actual parte III (y, para adaptar el ensayo al agregado, cambié la última frase de la parte I: «Encarnemos estas relaciones y operaciones en dos argumentos, los de sendos episodios breves, casi apenas situaciones.»)
X es interceptado por F: –¿X? –¿Sí...? –Soy F. –¡F! Por si hacía falta alguna prueba de que se madura más lento de lo que se crece, en ese cruce casual F reconoció a X, no X a F (o no antes de que F se presentara, aunque es cierto que fue inmediatamente después). F está por cumplir los mismos años que su padre y X tenían cuando nació. Es evidente que para F X no cambió tanto como para X F, a quien había visto por última vez con 10 años, hacía 12. Mucho de su padre iba mostrando F al hablar y gesticular, en el breve diálogo que siguió; no sería raro que X hubiese experimentado, incluso leve o difusamente, una confusión temporal, como si hubiese debido hacer un esfuerzo extra para mantenerse ubicado en su tiempo. Más probable es todavía que a X le intrigue saber cuánto del actual F lo conecta con el de 12 años atrás, que puede ser equivalente a cuánto ya estaba, replegado, en el pibe que vio desde bebé y hasta cumplir los 10 años. Incluso si X no hizo predicciones en su momento, todavía puede hacerlas, si apenas hace un minuto que están hablando: ¿cómo sería el F actual, según lo que X sabe de cómo era el F infantil? Como sea, X busca identificar a este F con aquel, además de con el padre de F. (Por cierto, X busca algo que a F no le costaría nada encontrar: la conexión entre el que es y el que fue, o sea, su reconocimiento en ese de 10.) ¿Necesita haber algún punto de continuidad entre aquella identidad y esta para que ambas pertenezcan a la misma historia y al mismo individuo? Y en caso de que X encuentre alguno de esos puntos, si los hay, ¿sería de nuevo como “percibir” una ráfaga rápida de identidades intermedias, las que cruza la conexión entre esta y aquella a lo largo de 12 años desconocidos? El caso sería aun más meritorio que con M, que en un intervalo similar tuvo cambios de maduración, pero no metamorfosis de crecimiento, como F.*
A los 10 años, F era hincha de un club que ahora está a un día de muy probablemente descender a la B, justo el día de su cumpleaños. ¿Qué es lo mejor que se le puede desear a F para ese día, además de que suceda lo menos probable? ¿Que no haya seguido siendo hincha de ese club (o porque se haya hecho hincha de otro o porque se haya desinteresado y desapegado del fútbol y de la suerte de su equipo de la infancia)? ¿Que haya conservado su pasión y sepa soportar lo mejor posible la tristeza o el golpe al orgullo del club de sus amores?
Y a la que era la última parte, la II, le eliminé este final:
Un clásico de las percepciones en inminencia de muerte es el relato de haber visto pasar la propia vida a gran velocidad pero con nitidez. A una velocidad mayor, que resulta oportunamente imperceptible, X recorre la última década de las caras de M, que no conoció, en el breve acto de reconocerla (una demora de segundos deja de abultar en la perspectiva del inmenso intervalo abarcado). Se dice que los ojos son la parte del cerebro que sale al exterior; por eso o por lo que fuere, las ilusiones conceptuales se parecen a las ilusiones ópticas.


PD del 11/5/2022: En algún momento que no registré desoculté el párrafo que ahora vuelvo a dejar oculto y desplegable al cliquear en el asterisco con que termina el ensayo. A ese párrafo le acabo de agregar el paréntesis con que ahora termina: «...del club de sus amores (como le pasó a X a sus 15, en el cumpleaños −27 de Zambullidas)?». Al ensayo le agregué –con la autorización de F– un link a una foto donde estoy con el F de 10 años.

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