Qué rápido cambia todo. Ahora se ve así:
1.
Los avisos sirven para datar los inicios de una práctica. Hoy abundan las pantallas mudas y nadie lo anda aclarando. pic.twitter.com/9yFnmD1cZt
— el Zambullista (@zambullista) octubre 24, 2015
@zambullista Es el aviso de algo nuevo: el enmudecimiento de la TV en los bares. "No funciona mal. Es así." El silencio se evita con música.
— el Zambullista (@zambullista) octubre 24, 2015
@zambullista Hay que evitarlo: la hiperactividad moderna lo volvió un vacío molesto o deprimente. Lo tapamos con música para no abismarnos.
— el Zambullista (@zambullista) octubre 25, 2015
@zambullista O quizá la musicalización volvió a ser el modo de diseñar el ambiente sonoro, rol que había perdido con el audio de las teles.
— el Zambullista (@zambullista) octubre 24, 2015
2.
Hubo un tiempo en que el ambiente sonoro de un bar lo daba el murmullo azaroso de las charlas. Luego pasó a ser obra de un musicalizador.
— el Zambullista (@zambullista) octubre 24, 2015
Si respirás oxígeno, su falta te ahoga. Lo mismo si "respirás" sonidos. El silencio de radio incomoda, no ahoga; hoy el de los bares, sí.
— el Zambullista (@zambullista) octubre 26, 2015
Tan funcional como la música de un consultorio es el silencio de un hospital. El de un bar es defuncional: llena de soledad un lugar muerto.
— el Zambullista (@zambullista) octubre 25, 2015
Como el adicto sus dosis, venimos subiendo la cuota de estímulos necesarios para no hablar de vacío (cuyo umbral de tolerancia va bajando).
— el Zambullista (@zambullista) octubre 25, 2015"Pasó un ángel" sirve más para terminar con el silencio que para explicarlo. Es la ausencia de señales lo que uno teme o sufre del silencio.
— el Zambullista (@zambullista) octubre 26, 2015
3.
Mesa, sillas, una decoración, una iluminación y una musicalización son la escenografía de lo que actuamos cuando interactuamos en los bares.
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 29, 2015
Un silencio como señal sonora: si los del bar nos cortan la música a las 2 AM, señal de que están cerrando y prueba de que era como un show.
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 29, 2015
@Zambullista El corte brusco deja ver que ese ambiente sonoro era parte de una escenografía. Luces y sonidos en retirada la van desmontando.
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 29, 2015
3.1
@Zambullista No digo que se escuche la continuación del tema ni bien es cortado, pero sí que logra hacerse más presente que si se escuchara.
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 29, 2015
@Zambullista En la sutura imaginaria que sigue al corte, el tema pasa de un 2º a un 1º plano convertido en un fantasma: no está pero se oye.
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 29, 2015
@Zambullista En el fondo existe pero apenas está; en el frente no existe pero está más. Paradoja de la compensación imaginaria de lo trunco.
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 29, 2015
Las expectativas más tenaces llegan a cambiar la realidad que las frustra por relatos continuistas, como canturrear ese tema desde el corte.
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 29, 2015
@Zambullista Morirán resistiendo, oyendo lo que esperaban oír a partir de que el tema dejó de sonar. O cambian con la realidad o la niegan.
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 29, 2015
3.2
Otra señal ESTAMOS CERRANDO la dan sillas subidas a mesas cercanas. Cuando son todas, es la imagen de un silencio de música o de murmullos.
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 29, 2015
La conexión de lo que vemos a lo que sabemos es tan veloz que casi vemos el silencio del bar durmiente de la foto. pic.twitter.com/FeSKCE50O4
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 29, 2015
Luego de un ingreso abrupto, el silencio se expande a todo el bar cerrado. Lo acompañan la luz baja o ninguna, las sillas apiladas y nadie.
— el Zambullista (@Zambullista) diciembre 29, 2015