Cambios menores en el ensayo, algunos casi medios (no llegaron a ser un cambio de idea, pero fueron reformulaciones no menores).
Antes decía:
Por lo demás, son los mismos roles que, con otros y diversos propósitos (si obviamos el chiste del famoso error de imprenta), tienen el lobo –que busca y no es buscado, salvo por fuera del trío–, Caperucita roja –que busca y es buscada– y su abuela –que es buscada por los dos, a diferencia del macho cantor y de Kimmy–. Y a diferencia de lo que ocurre en el relato documental sobre las ranas arborícolas, en las dos fábulas humanas el desenlace es el mismo: bajo la forma general del triunfo del bien sobre el mal, fracaso del acechante (un literal tercero excluído) y éxito de la expedición peligrosa.
Ahora dice:
Por lo demás, son los mismos roles que, con otros y diversos propósitos (si obviamos el chiste del famoso error de imprenta), tienen el lobo –que busca y no es buscado, salvo por fuera del trío–, Caperucita roja –que busca y es buscada– y su abuela –que es buscada por los otros dos, a diferencia del macho cantor y de Kimmy–. Uno es el juego surtido de resultados que tienen esas relaciones en el documental sobre las ranas arborícolas, y otro es el juego inexorable que tienen en las dos fábulas humanas. Los duelos dobles de Caperucita roja y de Michael llegan al mismo desenlace impulsados por una misma moral de aventuras: en nombre del triunfo del bien sobre el mal, fracaso del acechante (un literal tercero excluído) y éxito de la expedición peligrosa.
Antes decía:
De acuerdo con esas necesidades, la elegida debe ser la más querida de las dos, la amada, no la mejor estratega ni la que demuestre querer más al elector (sea voluntad, amor o ambos). El de Michael es un acto de gracia, no una premiación. Él no es un jurado que debe sopesar méritos y fundamentar su elección. El único premio que Michael otorga es un premio consuelo, cuando le agradece a la rechazada y recién perdonada Jules el halago implicado en su tentativa de suplantar a Kimmy, la elegida.
Ahora dice:
De acuerdo con esas necesidades, la elegida debe ser la más querida de las dos, la amada, no la mejor estratega ni la que demuestre querer más al elector (sea voluntad, amor o ambos). Michael no elige arbitrando entre quienes se lo disputan, aun cuando su elección acabe consagrando a una y frustrando a la otra. En ese sentido, lo suyo es un acto de gracia, no una premiación. El único premio que Michael otorga es un premio consuelo, cuando le agradece a la rechazada y recién perdonada Jules el halago implicado en su tentativa de suplantar a Kimmy, la elegida.
Antes decía:
Por muy Julia Roberts que sea (y por mucho que Michael la justifique y que también el James Bond de George la pretenda compensar), Jules no puede burlar esta justicia amorosa; no sería edificante. Para serlo, primero se arrepiente, se confiesa, es perdonada y comprendida con gratitud, para finalmente ir a ocupar su lugar en el sabio diseño, lo que en términos de una historia se suele traducir como que cumplió con su destino: “Hice lo que vine a hacer”, termina diciendo Jules durante los bailes de la boda que había querido impedir. La fórmula usada (orgullosa y provocativamente tautológica) la había recibido de su consejero George y ahora se la devolvía, aprendida en carne propia. Lección cumplida.
Ahora dice:
Por muy Julia Roberts que sea, Jules no puede burlar esta justicia amorosa; no sería edificante. Para serlo, primero se arrepiente, se confiesa, es perdonada y comprendida con gratitud, para finalmente ir a ocupar su lugar en el sabio diseño, consolada ahora por el James Bond de George. En términos de una historia, ese ubicarse donde debía equivale a que Jules cumplió con su destino: “Hice lo que vine a hacer”, termina diciendo durante los bailes de la boda que había querido impedir. La fórmula usada (orgullosa y provocativamente tautológica) la había recibido de su consejero George y ahora se la devolvía, aprendida en carne propia. Lección cumplida.