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viernes, 24 de mayo de 2013

El silencio de las sirenas 006 (2.1.0)


Cambios de mediana relevancia en el principio del ensayo, que además pasa a ser la sección 1 (antes funcionaba como una introducción sin numeración, por lo que la vieja sección 1 es ahora la 2, y así sucesivamente). Hasta ahora decía esto:
El relato “El silencio de las sirenas”, de Franz Kafka, se ofrece como «prueba» de que «métodos insuficientes, casi pueriles, [...] también pueden servir para la salvación», en este caso la de Ulises. Kafka no altera el resultado del famoso episodio, pero sí la cuenta que lo preside: concretamente, la hace más difícil. Su Ulises se salvará, como el de Homero, pero sirviéndose de métodos que acá se califican de insuficientes y en la Odisea garantizaron por sí solos el éxito.
Otra dificultad complementa a la anterior: las sirenas de Homero vencen con su canto; las de Kafka, también con su silencio (y aun mejor que con su canto). Vencen si cantan y también si no cantan; a este movimiento de pinza debe enfrentárselo con armas de juguete. Mientras el Ulises de Homero afronta un peligro mortal, el de Kafka parece destinado a una muerte insoluble. El ensayo va a hablar de las salidas que tiene y no parece tener ese callejón.
Ahora dice esto:
1.

“Ante la ley”, “Un mensaje imperial”, El proceso, El castillo: una zona de la narrativa de Kafka puede verse como la “prueba” de que todo método es insuficiente y parece pueril cuando se trata de salvarse de un poder inconmensurablemente superior. En cambio, “El silencio de las sirenas” se ofrece como «prueba» de que «métodos insuficientes, casi pueriles, [...] también pueden servir para la salvación», en este caso la de Ulises ante las sirenas.
Kafka no altera el resultado del famoso episodio, pero sí la cuenta que lo preside: concretamente, la hace mucho más difícil. Su Ulises se salvará, como el de Homero, pero sirviéndose de métodos que acá se califican de ingenuamente ineficaces y en la Odisea garantizaron por sí solos el éxito. Otra dificultad complementa a la anterior: las sirenas de Homero vencen con su canto; las de Kafka, también con su silencio (y aun mejor que con su canto). Vencen si cantan y también si no cantan; a este movimiento de pinza debe enfrentárselo con armas de juguete. La asimetría entre los duelistas se mantiene kafkianamente exorbitante; la novedad es que esta vez no hará imposible la salvación.

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