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domingo, 23 de enero de 2022

El perro adelante para que no se espante 003 (1.1.0)



Registro tardío: el 17/1/22 le agregué 3 párrafos al ensayo:


Hay un tercer recuerdo para aportar a esa paridad. En realidad, es un recuerdo borrado; pero hace poco (escribo este párrafo y los dos siguientes el 17/1/2022), gracias a la paridad empática recién comentada, descubrí la borradura. Acompáñenme a ver esta triste historia.
A mis 6 años recién cumplidos nos mudamos, pero sin Benjamín. No recuerdo qué razón me dieron; no sé si me dijeron que se había muerto o que se había ido. Ya de grande me enteré que en el nuevo edificio no se admitían mascotas y entonces mis padres se lo regalaron a la familia de un alumnito de mamá, de 1º grado. La madre del nene le contó después a la mía que Benjamín había pasado meses debajo de una mesa, muy triste, antes de integrarse a su nuevo hogar.
Tengo muchos recuerdos de mi infancia, anteriores y posteriores a la mudanza (y del mismo día, que no sé por qué estaba feliz). Pero no me recuerdo triste por no estar más con Benjamín, de golpe y sin aviso. Con la relación que teníamos, eso no es verosímil; tampoco es consistente con el hecho de que le pusiera su nombre a todo personaje principal y alter ego de mis escritos (el protagonista de una novela alla El Principito que cometí a los 14 años, por ejemplo). No cierra que no me recuerde triste porque no lo estuviera. Si jugábamos de igual a igual, seguro también sufrimos parecido la separación. Hoy creo que a mis 6 años estuve tan triste extrañando a Benjamín que, para que no me doliera revivirlo, borré enseguida el recuerdo. Borré de mi memoria mi primer duelo.

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