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viernes, 10 de junio de 2022

Teléfono no roto 026 (8.1.0)



10/6/22. Retoqué algo de lo agregado ayer en la sección 1, donde agregué más párrafos:



   Teléfono, Derridá. (Otra recurrencia laboral.) Acá hay presencia impostergable y necesaria. Nada de poder funcionar en ausencia del destinatario, que estos no son signos, aunque usen muchos: son encuentros sincrónicos, como escucho que se les dice desde las clases en cuarentena; no les pidamos que no tengan lo que los define. “Co-presencia o nada”, una remera que diga.
   Vuelvo y repito: se diferencian en que el relator de fútbol narra mucho más de lo que describe y nuestro relator urbanístico sólo describe. Bueno, sí, y también en que uno relata desde la cabina de transmisión de un estadio y el otro desde un teléfono público. Pero enfoquémonos en el «método de plasmación», no en el medio.
   Si la tercera recurrencia lo tiene a Lukács preguntándose “¿Narrar o describir?”, nuestro relator es su pesadilla distópica; o más bien lo sería la novela hipernaturalista que consistiera en esa descripción entera, de principio a fin, sin la menor omisión.
   Para ser justos con Lukács, la novela naturalista que eleva la descripción a método de plasmación preponderante no es ahistórica; no es desligable del desarrollo capitalista y burgués de la segunda mitad del siglo XIX.
   Sólo a una caricatura de Lukács podría darle pesadillas una novela que en la segunda mitad del XX o primera del XXI lleve al paroxismo la descripción naturalista, que de preponderar pasa a totalizar. Al propio Lukács le daría risa, imagino.
   Si en el futuro alguien comete el vanguardismo de escribir esa novela, ojalá la titule Una "llamadita". Quienes la lean sin conocer el dibujo de Quino no entenderán por qué se llama así, si sólo habla de (o sea, describe minuciosamente) una aldea ambientada en un tiempo anterior a la telefonía (el estandarte le da un toque medieval, incluso).

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