-->

lunes, 13 de junio de 2022

Teléfono no roto 028 (8.3.0)



13/06/22. Sigo haciendo cambios en la sección 1. Eliminé las referencias (algo forzadas) a Derridá y agregué esa mezcla de relatores que sería el de la Radio del Presente. Ahora esa zona, que llega hasta el final de la sección 1, se ve así:



   Para bailar un tango se necesitan dos; para un dictado por teléfono, también; para una transmisión radial en vivo, mínimo dos (una audiencia apenas empeorable). Una condición estructural común a –y definitoria de– ambos encuentros sincrónicos es ser co-presencias necesarias.
   Una diferencia, repito, es que el relator de fútbol narra mucho más de lo que describe, mientras que nuestro relator urbanístico sólo describe. Otras dos diferencias, combinadas: el que relata desde la cabina de transmisión de un estadio no espera que alguien esté pintando lo que dice; el que relata desde un teléfono público, sí: él dícta.
   Una mezcla de estos dos relatores sería uno de la Radio del Presente que relatara 99% describiendo y 1% narrando (una taza en una mesa a lo largo del día, por ejemplo), pero sin estar dictándole nada a nadie.
Hacer una red mundial de relatores del presente. Imaginemos que a un relator le toca relatar la escena de una taza en la mesa. El tipo le pone onda a su laburo y relata con más inflexiones que el propio relator de las gotas de las Cataratas del Iguazú. (Escrito en casa de Nicolás, el 5 de abril de 2005.)
   Enfoquémonos en el «método de plasmación», no en el medio ni en la función. Lukács (otra recurrencia laboral) entiende que en el naturalismo el método de describir se independizó de las necesidades o motivaciones narrativas y se volvió el principal (se insubordinó).
   Lo entiende y lo lamenta. Nuestro relator sería una pesadilla distópica para Lukács; o más bien lo sería la "novela" hipernaturalista que consistiera en la descripción entera de ese paisaje recortado, de principio a fin, sin la menor omisión (y sin la menor acción).
   Si en el futuro alguien comete el vanguardismo de escribir esa novela, ojalá la titule Una "llamadita". Quienes la lean sin conocer el dibujo de Quino no entenderán por qué se llama así, si sólo habla de (o sea, describe minuciosamente) una aldea ambientada en un tiempo anterior a la telefonía (el estandarte le da un toque medieval, incluso).
   Para ser justos con Lukács, la novela naturalista que eleva la descripción a método de plasmación preponderante no es ahistórica; no es desligable del desarrollo capitalista y burgués de la segunda mitad del siglo XIX en Europa.
   Sólo a una caricatura de Lukács podría darle pesadillas una novela que en la segunda mitad del siglo XX o primera del XXI lleve al paroxismo la descripción naturalista, que de preponderar pasa a totalizar. Al propio Lukács le daría risa, imagino.
   La cuestión de si narrar o describir (y cuánto y cómo) está más acá y va más allá de Lukács. No falta el meme que la reelabora como narrar o exhibir, y no para distinguir la novela realista de la naturalista, sino un buen (o genuino o acertado) sentido de la vida, que es narrativo, de uno malo (o falso o equivocado), que es ostentosamente descriptivo:

No hay comentarios: