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viernes, 24 de mayo de 2013

El silencio de las sirenas 005 (2.0.1)


Hice algunos cambios (agregados) en la parte 4.1 del ensayo, que agregué el martes (versión anterior, la 2.0.0). Ahora dice así:
A este poder mayor se enfrentó Ulises munido de trucos pensados para enfrentar al menor, ante el cual de todos modos habrían resultado insuficientes (la cera no podría haber detenido el canto, que «lo traspasaba todo», ni las cadenas la pasión que genera el canto, que «habría hecho saltar prisiones más fuertes»). Pero por inadecuadas o frágiles que hayan sido estas armas, el hecho es que Ulises venció y se salvó. ¿Cómo? El cuento da dos respuestas posibles, que convergen en un mismo estado salvador: el de un no registro del silencio mortífero. Se diferencian en el modo de llegar a ese estado y en la relación de fuerzas que implica cada modo.
En la primera respuesta, Ulises vence sin desmentir ni disminuir el poder relativo del silencio, que por enorme que sea si no es registrado no puede hacer valer su fuerza. Oír el silencio es saber que las sirenas no están cantando. Ulises no lo oye: cree que las sirenas están cantando pero que él no las oye gracias a sus tapones de cera. En este enredo, a Ulises lo salva desconocer (malinterpretar) qué enfrenta y de qué se salva.
En la segunda respuesta, si Ulises vence es porque esa arma agregada que es su poder de engaño es lo suficientemente fuerte como para neutralizar y revertir la atracción que ejerce el silencio de las sirenas. Ulises logra engañarse a sí mismo fingiendo creer –hasta creérselo– que las sirenas cantan del otro lado de su protección. Se salva del silencio porque a pesar de oírlo logra borrarlo de su memoria y de su conciencia antes de que la atracción resulte irresistible y le malogre la reacción. Su poder de engaño fue tal que le permitió revocar a tiempo su comprensión y percepción –su registro– del silencio de las sirenas, cuyo poder de atracción no fue tal que hiciera imposible esa revocación.
Sólo un poderío máximo le garantizaría al silencio un efecto instantáneo y, por lo tanto, irreversible (incluso para un máximo poderío de engaño, que no podría no llegar tarde). Por debajo de ese absoluto, la atracción se toma algún tiempo, el mismo que tiene para revertirla un engaño de rápida acción.
También suprimí y simplifiqué el comienzo del segundo párrafo de la sección 1. Antes decía esto:
Kafka modifica el medio para ese objetivo (modificando la distribución de trucos entre personajes, de uno a uno a dos a uno) y el objetivo (uno menos que los dos que había). Por un lado, combina en su Ulises de cuerpo encadenado y oídos tapados los dos trucos (los remeros apenas son aludidos en el pasaje «se hizo encadenar al mástil de la nave»). Por otro lado, hace que a su Ulises le interese solamente salvarse, sin la gracia de conseguirlo sacando ventaja.
A este interés acotado se ajusta la nueva asignación de recursos, tan necesaria como insuficiente. Si Kafka concentra en su Ulises cera y cadenas para intentar cumplir tan sólo el objetivo de mínima es porque también aumenta la dificultad para...
Ahora dice esto:
Kafka modifica el objetivo y la distribución de los medios. Por un lado, combina en su Ulises de cuerpo encadenado y oídos tapados los dos trucos (los remeros apenas son aludidos en el pasaje «se hizo encadenar al mástil de la nave»). Por otro lado, hace que a su Ulises le interese solamente salvarse, sin la gracia de conseguirlo sacando ventaja. A este interés acotado se ajusta la nueva asignación de recursos, tan necesaria como insuficiente.
Si Kafka concentra en su Ulises cera y cadenas para intentar cumplir tan sólo el objetivo de mínima es porque también aumenta la dificultad para

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