-->

sábado, 10 de agosto de 2013

Naturalezas 011 (4.1.0)


Reformulé lo que había escrito esta madrugada en 3.1. Hasta recién decía:
El escorpión asume sin lamentaciones ni arrepentimientos la naturaleza por cuya obediencia se encuentra en el trance de morir, similar a Bill pero más estoico, sin su dandismo.
¿Qué otra cosa es elogiar en la agonía al propio verdugo, una “persona increíble” que le ha aplicado el golpe marcial de los cinco puntos, que le hará estallar el corazón al quinto paso que dé? (Entre el inicio y el final de la última caricia, Beatrix le dirigirá las últimas palabras a Bill en respuesta a su “¿Cómo me veo?”: “Te ves listo”, se despide ella.)
¿Qué otra cosa es reaccionar a esa herida letal sintiendo celos (porque Pai Mei le ha enseñado la técnica del golpe a ella y no a él) de la misma persona –su “persona favorita”– por la que se siente algo así como traicionado o engañado (porque Beatrix no se lo había contado)?
La información que despertó los celos pudo –o podría– haberle hecho ver a Bill que había cometido el error de subestimar a alguien más valorado que él por el maestro en común y, por lo tanto, muy probablemente mejor preparado (no es poco envainar la espada que busca ensartarte, después de que te desarmaron y antes de continuar la maniobra con un toque mortal). El silencio que Bill reprocha pudo –o podría– servir para hacerle recordar o ver cómo hasta el recurso más poderoso se beneficia del factor sorpresa (razón táctica para la mentira pasiva de omitir información).
Los actos de Bill durante su trance de muerte, situación límite si las hay, ...
Ahora dice esto:
El escorpión asume sin lamentaciones ni arrepentimientos la naturaleza por cuya obediencia se encuentra en el trance de morir: igual que Bill, que también morirá en su ley, pero más despojadamente estoico, sin su dandismo.
¿Qué otra cosa es elogiar en la agonía al propio verdugo, una “persona increíble” que le ha aplicado el golpe marcial de los cinco puntos, que le hará estallar el corazón al quinto paso que dé? (Entre el inicio y el final de la última caricia, Beatrix le dirigirá las últimas palabras a Bill en respuesta a su última coquetería: “¿Cómo me veo?”, pregunta él; “Te ves listo”, se despide ella.)
¿O qué otra cosa es reaccionar a esa herida letal con una herida narcisista inesperada, a saber: sintiendo celos (porque Pai Mei le ha enseñado la técnica de ese golpe a ella y no a él) de la misma persona –su “persona favorita”– por la que se siente algo así como traicionado o engañado (porque “la perra” Beatrix no se lo había contado)?
La información que despertó los celos pudo –o podría– haberle hecho ver a Bill que, como Goliat, había medido mal a su rival: detrás de Beatrix estaba el toque de Pai Mei como detrás de David estaba la puntería de Jehová. El silencio que ha engañado a Bill pudo –o podría– servir para hacerle recordar o ver cómo hasta el recurso más poderoso se beneficia del factor sorpresa (razón táctica para la mentira pasiva de omitir información).
Los actos de Bill durante su trance de muerte, situación límite si las hay, ...
Otro agregado lo hice en el final de la sección 1.2.1, con otro bloque de acotación (hasta recién, la sección terminaba en "...irreversibilidad que se le atribuye a la naturaleza"):
Una ley que regule interacciones humanas no puede dejar de sonar absurda o abusiva cuando pretende emular la irreversibilidad que se le atribuye a la naturaleza.
En relación con las imposibilidades, la inteligencia se bate entre una necedad y una credulidad: la necedad de negar que hay limitaciones (empezando por la más general, la de la muerte, que no depende de plazos, y siguiendo por limitaciones relativas, acciones imposibles de llevar a cabo en el plazo disponible, pero tal vez no en otro); y la credulidad de aceptar limitaciones (siempre del segundo tipo) que interesadamente se pretende hacernos aceptar –a veces desde nosotros mismos– para que actuemos de una manera en lugar de otra.

No hay comentarios: