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miércoles, 20 de julio de 2016

Metáfora: fuerza y sentido 001 (1.0.0)



Acabo de agregarle su parte II al ensayo. Iba a ser un ensayo independiente ("La importancia del agua en la navegación acuática" o "El tema y sus sentidos figurado y literal"), pero al final (y por ahora) preferí unirlo a este, por su temática.


martes, 19 de julio de 2016

De ventajas y demoras vitales 003 (0.2.1)



La sección 2 tenía este epígrafe:


          En las Praelectiones geometricae, por ejemplo, se dice que en uno o dos puntos contiguos no se distingue lo recto de lo curvo, mientras que la diferencia entre lo que es curvo y lo que no lo es empieza a traslucirse por la distinta configuración de tres puntos contiguos.
               

          Paolo Zellini, Breve historia del infinito, Ediciones Siruela, Madrid, 1991, p. 101; traducción de José Martín Arancibia.

Acabo de trasladarlo como epígrafe del recién publicado "El sentido del avance". Hacia ahí linkea desde hoy "un tercer punto" (segundo párrafo de la sección 2 de "De ventajas y demoradas vitales").

jueves, 7 de julio de 2016

Bilocaciones ansiosas 003 (2.0.0)



A la sección 7 le agregué en el párrafo libre del comienzo el paréntesis de “Águila de trueno”. Y a continuación agregué los microensayos que tiene ahora (anacrónicamente, si creemos que la fecha original es la única: el 31 de diciembre de 2014 Zambullidas breves tenía apenas 1 fiesta de antigüedad (o 1 semana). En ese momento ni pensaba en hacer ensayos con los microensayos; mucho menos, ensayos mixtos (libres y ensambles de microensayos). Tampoco es el primer ensayo mixto que hago, pero por ahora las mezclas son casos especiales, excepciones a la regla. La sección ahora se ve así:


7. Hitch


Telescope, “A talk with Hitchcock” (CBC, 1964)

La ausencia de ansiedad –que es la paz, la serenidad, el sosiego– es la ausencia de dispersión; es la ocupación plena del presente, con uno liberado de llamados de otras situaciones, de deseos o de urgencias, que son como peces que mordieron el anzuelo y tiran a la vez de distintas direcciones (canta Luis Alberto Spinetta en “Águila del trueno I”, del disco Kamikaze: “Habrán mandado a pedirle a Gabriel / que se junte con su cuerpo, / que junte su pobre cuerpo").



viernes, 1 de julio de 2016

Bilocaciones ansiosas 002 (1.0.0)



Acabo de modificar lo que escribí ayer y de expandirlo. Ahora la parte 6 dice esto:


6. Fulano y yo

Quiso una casualidad anticipada que en un micro a Mendoza, recién salidos de la mini terminal de Liniers, yo le dijera de pronto a C, la amiga con la que viajaba:
—Creo que dejé el ventilador prendido.
Enseguida sigo por acá, pero antes quiero completar las casualidades. Unos años después C sería la pareja del padre de Julieta. Más años después, uno y medio atrás, por segunda vez en Mendoza, C me lee de su celular el relato que Julieta le había mandado para que me lo mostrara. Pero lo más asombroso no es una casualidad; es una precocidad: Juli tiene 11 años cuando escribe esto.
Siguiendo con la frase coincidente, no la dije en un taxi, que puedo redestinar, sino en un micro ya encaminado y completo, en la 1ª de las 12 horas de viaje. No podía hacer parar el micro y bajarme: no podía dejar sola a C ni hacerla bajar conmigo. Ni podía ni quería. No era una opción volver a casa, pero a la vez las consecuencias –imaginaba y temía– podían llegar a ser incendiarias (al cabo de una semana). El primer día pregunté en una ferretería y me dijeron que no era probable que pasara eso por fundirse el motor. A la vuelta encontré el ventilador apagado, como lo había dejado.
Pero volvamos al micro, con poco menos de 1 hora de viaje y recién asaltado por la sensación dudosa de que no lo había apagado (y la temerosa de que eso y el saberlo me podían hacer responsable de un incendio en un departamento deshabitado). Volvamos a un poco antes de que acepto que voy a completar el viaje a Mendoza y ver ahí qué hago (decisión de patear la angustia de la decisión para adelante, lo que me relaja y me hará dormir bien esa noche de ruta).
Antes de ese alivio encapsulado, mientras el problema parecía insoluble sin alguna catástrofe, la sensación era que yo estaba donde no tenía que estar (en el micro), y donde tenía que estar no estaba (en mi casa). Pero si seguía ahí, con una reacción tan deliberativa, es que estaba donde quería, no donde debía. En cambio, el Fulano del cuento de Julieta estaba donde no quería y debía estar (en el taxi), no donde quería y no debía (en su casa). Hasta que lo resuelve encontrando la razón de fuerza mayor que lo obliga a cumplir su deseo de volver a su casa y a la inercia de lo seguro (lo conocido y reconocido: lo tranquilizador y lo confortable).

Bilocaciones ansiosas 001 (0.1.0)


Ayer agregué, antes de la última parte, otra:

6. Fulano y yo

Quiso una casualidad anticipada que en un micro a Mendoza, recién salidos de la mini terminal de Liniers, yo le dijera de pronto a C, la amiga con la que viajaba:
—Creo que dejé el ventilador prendido.
Enseguida sigo por acá, pero antes quiero completar las casualidades. Unos años después C sería la pareja del padre de Julieta. Más años después, uno y medio atrás, por segunda vez en Mendoza, C me lee de su celular el relato que Julieta le había mandado para que me lo mostrara. Pero lo más asombroso no es una casualidad; es una precocidad: Juli tiene 11 años cuando escribe esto.
Siguiendo con la frase coincidente, no la dije en un taxi, que puedo redestinar, sino en un micro ya encaminado y completo, en la 1ª de las 12 horas de viaje. No podía hacer parar el micro y bajarme: no podía dejar sola a C ni hacerla bajar conmigo. No era una opción volver a casa, pero a la vez las consecuencias podían ser incendiarias (imaginaba y temía). Estaba donde no tenía que estar, y donde tenía que estar no estaba.