5/3/23, madrugada: le cambié el título al ensayo (antes se llamaba “ChatGPT, el Gran Simulador artificial”), le quité el cero a la Introducción, que pasó a estar en negrita e itálica, al igual que los otros títulos de secciones; agregué links y párrafos en el final de la Introducción, para arrimar al concepto de estocástico con que empieza la charla. Así quedó ahora:
Sobre el tema general de las interacciones, voy a ampliar la casuística de funcionoides con el más humanoide que hayamos logrado hasta hoy: el ChatGPT. Las capturas de pantalla que usaré son del diálogo que mantuvimos en la madrugada de ayer, 2 de marzo de 2023, sobre su propia condición de ilusionista (entrenamiento humano mediante, esta IA parece “saber” más de sí misma que de tantas cosas sobre las que manda fruta).
El primer ilusionista es el cerebro, que puede hacernos percibir lo que no hay o no percibir lo que hay (imágenes, sonidos, sensaciones, etc.). Es tan bueno que
→ “Rosa y Omar: dos cegueras”, 2.1.1 Sueño lúcido.También puede pasar que la ilusión sea tan tenaz que persista luego de evidenciado y entendido el truco. El cerebro es el mejor ilusionista.
— el Zambullista (@Zambullista) November 23, 2016
Pero incluso cuando el cerebro no nos “engaña”, lo que hace es crear una imagen de lo recibido en la interacción con el entorno (aka mundo exterior e interior: de la piel para afuera y para adentro). La crea a partir de la información que logra sacar de los datos luego de conectarlos por rasgos/parámetros comunes o afines; o sea, a partir de los patrones que logra captar.
Es más complejo, sí, pero si a la IA le cabe también esta descripción, escalando universo de datos, parámetros y conexiones tal vez llegue a hacer lo que por ahora no puede (por ejemplo, cierto tipo de análisis literario) o incluso tener lo que ahora no tiene (una conciencia emergente).*
Comparado con el sistema nervioso de nuestro ancestro el gusano platelminto, que le permite tener una idea de lo que se le acerca cuando se mueve hacia algún lado, nuestro sistema nervioso hace eso y más. Por ejemplo, hace una simbolización de las percepciones con su producto más potente, el lenguaje, y genera escenarios virtuales que nos sirven de simuladores de interacción.
ChatGPT es un ilusionista imitando a otro ilusionista: «podría decirse que soy un "simulador" en el sentido de que imito los procesos utilizados por los seres humanos para producir lenguaje, aunque lo hago de una manera diferente y limitada».
Esa diferencia en el cómo
A la tarea de apostar a una palabra como la siguiente de la frase teniendo en cuenta las anteriores, como hace ChatGPT, la hicimos juego en una juntada: cebado por la alta impredecibilidad de las frases de un poemario que había ahí, me puse a ofrecer mucha plata para quien acertara con qué palabra seguía o terminaba el verso que les leía. A la quinta respuesta errada (pero mejor orientada, gracias a las cuatro anteriores), les daba la solución y les leía otro verso interrumpido.
Dos veces sentí la adrenalina del apostador (no más porque debo cuidarme: corre en mi sangre, vía abuela paterna).
— el Zambullista (@Zambullista) May 7, 2020
Una fue la única vez que jugué al bingo (?).
La otra fue ofreciendo bocha de guita a quien acertara cómo seguía un poema de un libro que había en la juntata.
Zafé.
Éramos estocásticos y no lo sabíamos.
1. Modelo de lenguaje estocástico
2. El gran simulador
3. IA e inteligencia colectiva
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