-->

jueves, 26 de agosto de 2010

Piedras 001 (0.1.0)


1) Acabo de agregarle esta frase al final de Piedras:
Dime de qué y cuánto te alejas y te diré qué eres.

No sé si no explicita demasiado.

2) Al final del primer párrafo de la sección “Habla”, el paréntesis, que terminaba con “...como los hombres entre sí”, sufrió una extensión:
(En esta mitología, todo puede comunicarse con todo como los hombres entre sí; en esta proyección, las rocas son humanos disfrazados.)

3) También cambié mirada antropomórfica por mirada animista en “Movilidad”.

jueves, 19 de agosto de 2010

Entusiasmos II 003 (1.0.0)


Le agregué una sección entera al ensayo, por lo que lo anterior quedó como sección 1, al final de la cual agregué una frase de nexo: “Veamos las secuelas que puede dejar esa militancia”. Lo agregado iba a ser un ensayo nuevo, pero por afinidad temática terminé prefiriendo que integrara “Entusiasmos II (Improvisaciones II)”. Dice así:
2

Empecemos con la clásica definición de personaje, ya que empecé con la clásica frase que la introduce. X tiene una felicidad hecha de las satisfacciones en las que invierte la mayor parte de su tiempo y de sus aprendizajes, a las que hace el principal objetivo de sus búsquedas y esmeros. O también: X llama felicidad al resplandor generado por la superposición de experiencias y vivencias “luminosas” que tiene la suerte de protagonizar y la habilidad o sabiduría de prodigárselas seguido, de irlas a buscar –tenerles preferencia– y, a menudo, conseguirlas (lo primero suele ser más infrecuente que lo segundo).
No es que me encandilen las metáforas místicas de luminosidades e iluminaciones; sólo quiero comparar que el efecto acumulativo de experiencias satisfactorias (a veces gozosas, a veces placenteras, a veces –insuperablemente– ambas) es similar al resplandor resultante de un vecindario de luces, exactamente como el resplandor consistente en las luces de una ciudad vista a cierta distancia.
La felicidad, el gozo, el placer, cualquier forma de satisfacción acumulada, son formas potenciadas de salud, como los resplandores lo son de luces. En los picos, llega a una mezcla extraña y poderosa de serenidad y excitación, algo similar a un éxtasis, ya sea de alta o de baja euforia. Lo curioso es que esos picos no son los del placer sino los de su relajación, que a su vez no es exactamente placentera –no es paradójica ni zonza–, pero es otra satisfacción: la de una calma intensa, la de una ingravidez alucinada, como la que sentimos –junto con placer, probablemente– cuando soñamos que volamos, que nadamos en el aire, que damos saltos enormes (inverosímiles como las carreras que corremos) o que flotamos (en el aire o en aguas de distintas densidades).*
Hay dos ausencias notables en este cónclave de suspensiones oníricas: nunca sueño que buceo y si me sueño en el espacio soy un astronauta sin traje. Realista o no, en mis sueños siempre respiro sin depender de un tubo:*
En el medio en el que lo necesitamos, un tubo es una segunda naturaleza de la que sí somos separables, en algunos casos sin que nos cueste la vida, pero no en la mayoría. Esa minoría de casos felices de separación hombre-tanque y esta mayoría trágica nos hacen confiar en esa segunda naturaleza menos que en la primera, la que podemos necesitar llevar al neumonólogo (en razón precisamente de que no podemos separarnos de ella salvos o sanos). Al menos en mi cerebro, esa desconfianza le cuesta a los sueños con respiraciones artificiales, aun si no son angustiantes, su exclusión de la serie de suspensiones relajadas. Es claro dónde me deja esa desconfianza:
lo más alejado posible de una asfixia, que está en las antípodas temáticas (y pesadillescas) de la sensación de ensanchamiento pulmonar que tienen los sueños con los que digo que puede compararse aquella ingravidez lúcida.


miércoles, 18 de agosto de 2010

Entusiasmos II 002 (0.0.2)


Agregué una frase entre paréntesis en el final del ensayo (en la frase donde se inserta, puse “tanto” en negrita):
(ni la proporción ni la altura a la que se da esa igualdad son frecuentes entre las vidas más frecuentes).


PD: Acabo de agregar otro paréntesis en el final del penúltimo párrafo:
(pero también de la jugada que hace en una cancha; no es necesariamente una experiencia intelectual, ni siquiera sensorial: puede ser motriz, confiada al cerebelo y escamoteada a la conciencia).


martes, 17 de agosto de 2010

Entusiasmos II 001 (0.0.1)


Hice cambios leves en “Entusiasmos II (Improvisaciones II)”. Antes decía esto:
Como y donde sea, aquella levedad del concentrado es el peso ingrávido de una felicidad en forma de paz, el negativo de la pesadumbre (su reversión hacia grados negativos, los de un bienestar). Lo otro, todo el resto de los allí y ahora y los aquí y allí y entonces, se ausenta ilusoriamente cuando uno no está estirado entre recuerdos y previsiones, cuando uno se concentra en el aquí y ahora de, por ejemplo, lo que improvisa en un piano o lo que escribe en una computadora.

Ahora dice esto:
Como y donde sea, aquella levedad del concentrado es el peso ingrávido de una felicidad en forma de paz o de un entusiasmo leudante, el negativo de la pesadumbre (su reversión hacia grados negativos, los de un bienestar –al atravesar la zona de inflexión del grado cero– o un trance –al seguir–). Los otros momentos y asuntos se ausentan ilusoriamente cuando uno no está estirado entre recuerdos y previsiones, cuando uno se concentra en el aquí y ahora de, por ejemplo, lo que improvisa en un piano o lo que escribe en una computadora.


lunes, 9 de agosto de 2010

Solapamientos 005


En la tarde de ayer agregué el paréntesis en la última frase de la sección 1, que ahora quedó así:
En cambio, el solapamiento sustitutivo que hace del paisaje el cuadro de Mel Patiño está a medio camino de no ser advertido; el caballete visible, entre otras notoriedades, puede ser visto como una imperfección en el truco, un sabotaje a la ilusión, pero también como un calculado aviso de que el solapamiento bien podría, con no mucho más esmero en la mimetización, no ser advertido (a eso juegan mejor los originales de Magritte, que por ser cuadros dan más tiempo –el de una contemplación– que la rápida secuencia animada que los homenajea, que para mostrar la ilusión compensa el menor tiempo y el segundo plano con un menor disimulo).
Ayer también agregué la referencia a Magritte (gracias, Ezequiel) al pie del primer epígrafe, al que le acabo de cambiar el formato: reemplacé la captura de pantalla, que hasta “Solapamientos” había sido el epígrafe de “El sueño”, por el recorte de video con la cita completa de Magritte.

viernes, 6 de agosto de 2010

Negatividades 001


Acabo de agregarle a “Negatividades” el epígrafe de Chuang-Tzu, con el comienzo del parágrafo 13 del Libro Primero, cuya continuación mariposesca puse esta madrugada como primer epígrafe de la nueva sección 2. Solapamientos globales y solapamientos particulares, del ensayo “Solapamientos”.
También le agregué, en la expresión “entidades positivas”, el link a Considerations on autonomy, postergado desde la publicación misma de “Negatividades”.

Solapamientos 004


Acabo de terminar de agregarle a “Solapamientos” una sección nueva, que además hizo necesario correr la numeración de las secciones siguientes:

2. Solapamientos globales y solapamientos particulares

        «Antiguamente Chuang Chou (Chuang-tzu) soñó que era una mariposa. Revoloteaba gozosa; era una mariposa y andaba muy contenta de serlo. No sabía que era Chou (Chuang-tzu). De pronto se despierta. Era Chou y se asombraba de serlo. Ya no le era posible averiguar si era Chou que soñaba ser mariposa, o era la mariposa que soñaba ser Chou. Chou y la mariposa son cosas bien diferentes. Así es el mudarse de las cosas.»

        En Chuang-Tzu, Monte Ávila Editores, Caracas, 1991, p. 22; Libro Primero, “Interioridades”, Capítulo 2, “Identidad de los seres”, 13.


        «Ahora, Kitty, consideremos quién fue el que soñó todo esto. (...) Mira, Kitty, debemos haber sido yo o el Rey Rojo. ¡Él era parte de mi sueño, por supuesto...! ¡Pero entonces yo era parte de su sueño, también! ¿Fue el Rey Rojo, Kitty?»

        Lewis Carroll, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, Capítulo XII (en Lewis Carroll, Los libros de Alicia, Best Ediciones y Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1998, p. 224).

Como los eclipses, los otros solapamientos también pueden ser totales (globales) o parciales (particulares), según involucren el carácter de la situación entera o el de alguno de sus fenómenos miembro (un fragmento de paisaje tapado por un retrato exacto en la escena de un descanso, por ejemplo, o un ruido en un living donde se mira TV). Quiero decir que a veces una situación no es el ámbito de un canje con efecto neutro y de operatoria vana, sino ella entera su objeto, la moneda misma de cambio.
Se trata de la indecidibilidad de no poder asignarle a la situación una de dos índoles mutuamente excluyentes. Ya no está en juego un qué se ve o un qué se escucha, como en los solapamientos sensoriales recién comentados, sino un qué se considera que es lo que se ve o se escucha: si es la situación de un soñador o la de un soñado (a los casos tan conspicuos de los epígrafes se puede agregar el relato “Sueño infinito de Pao Yu”, de Tsao Hsue-King); si es la situación de una ficción literaria o la de la realidad lectora que se supone la contiene (ver también el famoso relato “Continuidad de los parques”, de Julio Cortázar); si es la situación de un escenario o la de plateas y palcos; si es la situación de un arriba (“Yo estoy al derecho...”) o la de un abajo (“...dado vuelta estás vos”, canta Sumo en “El cieguito volador”); si es la situación de una identidad o la de su doble; etc.
La problemática de una consideración hace que estos solapamientos globales (o de situación) sean conceptuales, de los que también hay particulares (o de fenómenos presentes en una situación).


Solapamientos 003


Agregué una frase entre paréntesis en el final del penúltimo párrafo del ensayo:
(De sentidos como éste está hecha una escena, tanto una compuesta como una registrada, y no de eventos crudos, de cosas que de tan puras o intactas no llegan a ser o a tener un signo, es decir, una visibilidad, una presencia o una existencia detectables.)


jueves, 5 de agosto de 2010

Foto de epígrafe en 'El cuarto'


Acabo de agregarle como epígrafe visual al ensayo "El cuarto", que ya tenía el epígrafe auditivo del fragmento de radio, la foto que saqué en la pizzería "El cuartito".

Cambio de imagen en 'Sobre esto'


Por tercera vez, con el cambio de fondo y de elementos presentes en la captura, cambio la miniatura del sitio en "Sobre esto", en la barra lateral: sale la del fondo ocre, "Ensayos / en la zona" a la izquierda e "Índice general" a la derecha; entra la del fondo con foto repetida.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Dejar de ser 001


En el final del tercer párrafo de "Dejar de ser" (hasta hoy: "... el último que cualquier algo puede tener).") agregué una frase con una foto oculta detrás del asterisco:
Se sabe: Todos los caminos conducen a...*




lunes, 2 de agosto de 2010

Parálisis del sueño 001 (–1.0.0)


Eliminé el ensayo "Parálisis del sueño", que había publicado anteayer, 31 de julio. No terminó de resultarme suficiente.

Solapamientos 002


Agregué el epígrafe del esquilax a la sección 2. Solapamientos conceptuales. Siempre asocié el argumento de la piedra espanta-tigres con las cuestiones de denominación y definición de un perro y un conejo comunes, cercano al asunto del yelmo y la vacía del Quijote. El agregado llevó a retoques en la sección, para incorporar el nuevo caso. En la zona de cambios, antes se leía esto:
La neutralidad que tiene para la práctica esa falta de diferencia significativa y significadora (esa insignificancia de diferencia e indiferencia de significación) está en la base de la gravedad que tiene para el pensador: si da lo mismo hacer una cosa o la otra, las afirmaciones contradictorias en las que se apoyan esas jugadas infringen el principio de la navaja de Occam de no multiplicar innecesariamente las entidades (como parece ser la imputación contra esa aparatosa cadena de ciclos indiscernibles que es el eterno retorno). La razón, creo, es energética: sólo la producción de una diferencia justifica un gasto, como el de un pensamiento; es inútil el gasto que consigue lo mismo que ya se tiene.
Redondeemos. En los casos de afirmaciones tan indemostrables como irrefutables, piadosamente indecidibles, se atribuye un efecto (observable: el de no haber osos o tigres; conjetural: el de estar en algún ciclo) a una acción, siempre conjetural, lo sea o no su agente (no lo son la patrulla ni la piedra, sí lo es el universo retornante). Para Lisa, la atribución que hace Homero es “autocomplaciente”. Para Borges, la que hace Nietzsche es superflua, sobreabunda.

Ahora se lee esto:
La neutralidad que tiene para la práctica esa falta de diferencia significativa y significadora (esa insignificancia de diferencia e indiferencia de significación) está en la base de la gravedad que tiene para el pensador: si da lo mismo hacer una cosa o la otra, las afirmaciones contradictorias en las que se apoyan esas jugadas infringen el principio de la navaja de Ockham de no multiplicar innecesariamente las entidades (como parece ser la imputación contra esa aparatosa cadena de ciclos indiscernibles que es el eterno retorno). La razón, creo, es energética: sólo la producción de una diferencia justifica un gasto, como el de un pensamiento; es inútil el gasto que consigue lo mismo que ya se tiene. De ahí tal vez que en otra versión del principio hay una condena a ese derroche: entre dos teorías de igual potencia explicativa y predictiva, hay que preferir la más simple (no, por ejemplo, la que diga que en lugar de un conejo hay “un caballo con cabeza de conejo y cuerpo de conejo” que “se aleja galopando”; o que en lugar de un perro común hay “un mitológico can de dos cabezas que nació con sólo una cabeza”).
Redondeemos. En los casos de afirmaciones tan indemostrables como irrefutables, piadosamente indecidibles, se atribuye un efecto (observable: el de no haber osos o tigres, el de haber un perro y un conejo; conjetural: el de estar en algún ciclo) a una acción, siempre conjetural, lo sea o no su agente (no lo son la patrulla ni la piedra, sí lo son el universo retornante, “lo raro entre lo raro” y “las tinieblas de la Historia”). Para Lisa, la atribución que hace Homero es “autocomplaciente” y las que hace Gorgory son superfluas, como para Borges la que hace Nietzsche.


Finalmente, agregué el video de epígrafe con el penal de Abreu contra Ghana por los cuartos de final, donde se ven flashes en las tribunas oscuras.

Pelos y tontos 001


Acabo de agregarle al ensayo el epígrafe de la foto del pelo en el parquet recién plastificado y este paréntesis de dos oraciones después de la primera frase del segundo párrafo:
(Usamos una similar para significar en la dirección contraria: un pelo en la leche, pero con la acción de buscar, no la de ver, y para reprochar una suspicacia, no para elogiar una perspicacia. Y todavía menos notorio es un pelo en un parquet recién plastificado, salvo que se lo enfoque con el alto contraste de una luz reflejada.)

domingo, 1 de agosto de 2010

Solapamientos 001


Entre otros cambios menores, agregué esto sobre el final del primer párrafo del apartado 3. Tribuna flashera II: retorno a un canje complaciente:
En teoría, una necesidad debía hacerles renunciar a la otra; en la práctica, esa opción no fue necesaria. La satisfacción de lo que se espera volvió a primar sobre el rigor de lo que se razona; razonemos el canje.